lunes, agosto 30, 2010

Sweet

Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida.
Si insistes en permanecer en ella, más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto.
Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos.
Como quieras llamarlo, lo importante es poder cerrarlos,dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.
¿Terminaste con tu trabajo?, ¿Se acabó la relación?, ¿Ya no vives más en esa casa?, ¿Debes irte de viaje?, ¿La amistad se acabó? Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente "revolcándote" en el porqué, en devolver el casette & tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho.
El desgaste va a ser infinito porque en la vida, tú, yo, tu amigo, tus hijos, tu hermanas, todos y todas estamos abocados a ir cerrando capítulos, a pasar la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la vida y seguir adelante.
No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltar, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros.
No. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, papeles por romper, documentos por tirar, libros por vender o regalar.


Paulo Coelho (creo) lo tengo desde hace mucho..

domingo, agosto 22, 2010

Sweet fifty-three

¿Por que es tan jodidamente preciosa? Un mes después y sigue siendo la única persona que hace que tiemble...

Te amo.

viernes, agosto 20, 2010

Sweet fifty-two




Buenos días... y por si no volvemos a vernos: Buenos días, buenas tardes y buenas noches.

jueves, agosto 19, 2010

Sweet fifty-one

angels rain.


Llovían ángeles, aquella soleada mañana de Julio llovían angeles; parecían estar lanzandose desde las nubes en búsqueda de su persona especia. Nadie, ni si quiera ellos mismos, podía explicar porque todos se habían decidido a bajar a la tierra ese día y en ese momento, como tampoco nadie podía explicar el increible espectáculo que suponía ver a todas aquellas personas acompañadas de esos hermosos seres alados y vestidos de un impoluto color blanco... Prácticamente ya todo el mundo tenía un ángel a su lado a las pocas horas, y por eso todos caminaban con una sonrisa en los labios, excepto él.
Él, con sus pasos cortos y tan lentos como si el tiempo se hubiese ralentizado únicamente para su persona, caminaba serio, prácticamente en una burbuja particular desde donde contemplaba toda la felicidad que embriagaba a otros seres.
Una fina lágrima, casi teñida del azul de su ojo, escapó correteando por su rostro mientras él daba suaves patadas a las hojas que cubrían el otoñal suelo de la ciudad. Pasaban las horas y cada vez había menos gente y menos ángeles, estaba seguro de que las sonrisas no cesaban, pero las personas si se retiraban a sus hogares a descansar con sus nuevos jugetes.
Llegó un momento en que las calles estaban prácticamente desiertas y él se acercó a la playa. Se sentó en la arena donde casi el agua rozaba sus zapatos y cerró los ojos intentando desaparecer por unos instantes de ese mundo que tan poco comprendía.
Cuando volvió a abrir los ojos vió una figura a su lado, seguro que se hubiese asustado si fuese otra persona o alguno de esos ángeles que desprendían tanta luz. En lugar de todo aquello estaba ella.
Ella, le observaba sonriente sentada a su lado en la arena. Se observaron durante segundos, minutos o tal vez horas en silencio. Él no podía apartar su vista de aquella sonrisa que volvía loco su corazón, ella no cesaba de mirar sus ojos, con una facilidad casi pasmosa se perdía en ellos como si fuesen un reflejo de su pasado juntos.
-Has tardado.
-He venido.
Él se acercó y con toda la delicadeza del mundo junta en una caricia, le besó la mejilla y la sorprendió con una sonrisa.
-Como si nunca te hubieses ido.
Ambos se levantaron y caminaron durante horas, ella estaba segura de que ahora jamás le abandonaría, y él estaba seguro de que ya nunca estaría solo.


Los ángeles pueden perder la luz que desprenden.
Un ángel negro, como lo era ella (y lo había sido siempre para él) nunca perdería la luz que habitaba en su corazón.





Jueves gris, de pensamientos y lluvias, calma.

martes, agosto 17, 2010

Sweet fifty

Llevo quinientas tardes de luna sin besos fundidos al amanecer. Llevo cinco estaciones de lluvias con sequías. Y, sinceramente, a mi corazón, a mi mente, o a lo que sea que está dentro de mi que no para de sentir por ti... solo le importa echarte de menos.


Matt Vearncombe no sabe como está hoy, se siente raro.
Pero, bleh, sinceramente... da lo mismo.

domingo, agosto 15, 2010

Sweet fourty-nine

No digáis que, agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista,
mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a dó camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!

Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientras haya
esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!


Gustavo Adolfo Bécquer, Rima IV.

jueves, agosto 12, 2010

Bittersweet one

Estoy realmente cansado.

Y las fuerzas y las ganas de luchar se me escapan por los ojos.

Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo
Y las hojas caían en el agua de tu alma.
Apegada a mis brazos como una enredadera.
las hojas recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de estupor en que mi sed ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.
Siento viajar tus ojos y es distante el otoño:
boina gris, voz de pájaro y corazón de casa
hacia donde emigraban mis profundos anhelos
y caían mis besos alegres como brasas.
Cielo desde un navío. Campo desde los cerros.
Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma!
Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos.
Hojas secas de otoño giraban en tu alma.


Boina gris...

miércoles, agosto 11, 2010

Sweet fourty-seven (Entrada dedicada)

Bueno, voy a descubrirme un poco dedicando esta entrada a un grupazo español que se llama Amaral. Sus mejores canciones en mi opinión, algunas muy conocidas otras más bien poco cuyas letras tienen todas y cada una un significado especial para mi. Disfrutad esta entrada los que también conoceis al grupo (y os gusta claro) y los que no... nunca es tarde para conocer nuevos grupos jajaja.





Los aviones no pueden volar. (Una pequeña parte del mundo, 2000)

No hay nada imposible,
si tu lo deseas.
Podemos ser felices,
aunque tú no lo creas.
[...]
Quiero verte reir
y nunca llorar.
Quiero verte bailar,
pintando un arcoiris de libertad.






Cabecita loca. (Una pequeña parte del mundo, 2000)


Eras mi ángel de la guarda,
sobrevolando mis horas bajas.
Eras la música del alba,
la lluvia cuando estalla.
Sálvame, no me dejes caer
en la tristeza de las noches en vela.
Salvame y yo siempre seré
tu amiga más fiel que dentro te lleva.
[...]

Siempre es igual,
siempre mi ángel de la guarda
sobrevolando mis horas bajas.

Sálvame.







Como hablar. (Una pequeña parte del mundo, 2000)
[a duo con Antonio Vega, pongo esta versión porque me chifla]

Si volviera a nacer,
si empezara de nuevo,
volvería a buscarte
en mi nave del tiempo.
[...]

A veces te mataría,
y otras en cambio te quiero comer,
ojillos de agua marina.
Como hablar,

si cada parte de mi mente es tuya
y si no encuentro la palabra exacta,

como hablar.
Como decirte

que me has ganado poquito a poco
tu que llegaste por casualidad,

como hablar.
[...]

La radio sigue sonando,
la guerra ha acabado,
pero las hogueras no se han apagado aún.





Kamikaze (Gato negro - Dragón rojo, 2008)
[Allá donde las alla, esta tiene un toque especial]

Porque no importa el porvenir,
creímos en el Rock & roll.
Por eso estamos aquí,
equivocados o no.
Auuu...
Y dime si sientes lo mismo.
Y dime si estás conmigo o contra mí.
Porque la misma confusión
que sientes tú la siento yo.
Yo me limito a seguir
la ley de mi corazón.



Un vuelo kamikaze a la eternidad. (la estela de su paso quedará)

martes, agosto 10, 2010

Sweet.

Estoy cansado de venir, escribir aquí algo lo más triste del mundo e irme llorando a contarle lo que me pasa a alguien. Realmente vuelvo a entender porque no lo hacía... Odio aquellos recuerdos que se postran con fuerza ante mis ojos.
Ojos que ya no lloran, no, no más. Ya valió.


El mundo no ha dejado de girar ni por tan solo un segundo de nuestras vidas. Para bien o para mal, aprovéchalo.


R E S I G N A C I Ó N (: (Aunque nunca dejará de ser un inconformista)

domingo, agosto 08, 2010

Sweet fourty-five


I go out to sea again

Sweet fourty-four

Sweet fourty-three

stop dreaming.

Eran las cuatro de la mañana y él estaba sentado frente a su máquina de escribir totalmente despeinado y con un cigarro en una mano al cual daba grandes caladas para relajarse.
Su pierna, víctima de un tic nervioso, no podía parar de moverse y él cada pocos minutos volvía a pasar su mano en la que no tenía el cigarro por su pelo, despeinandolo más aún.
Arrancó con fuerza la hoja que estaba siendo escrita en la máquina de escribir y se apoyó en el marco de la puerta del balcón, junto a la radio encendida que estaba a su lado escupiendo palabras de amor en inglés a un rítmo casi lento.
Dió otra calada a su cigarro y acercó su punta al centro de la hoja donde estaba escrita la palabra maravilloso y la quemó con la brasa del cigarro.
Contempló su obra y una sonrisa fugaz no pudo evitar escapar entre sus labios mientras el cerraba los ojos y bajaba la cabeza tratando de perderse en el humo del cigarro, la música y el aire fresco que entraba por el balcón.
Suspiró y se dejó llevar un poco por la música. Imaginó que estaba a miles de kilómetros de su casa, paseando por una playa solo ocupada por él y las gaviotas en cualquier otro país a las diez de la mañana.
Abrió los ojos sin dejar de tener una mirada perdida en su rostro y la sonrisa se esfumó de su rostro. Sin girar la vista supo que había alguien tras él y a los pocos momentos alguien le abrazó tan suavemente que hizo que la hoja quemada se escurriese entre sus finos dedos.
Lentamente aquellas manos le fueron incitando a girar hasta terminar por ver aquel débil y blanquecino rostro que tenía enfrente. Pasó su mano por la cara de ella y le dedicó el brillo continuo de sus ojos azules.
Ella trató de hablar pero con delicadeza él tapo sus labios delgados con sus dedos. Continuó recorriendo su cara con delicadeza como si hiciese años que ella no se pasaba por aquella casa.
Pasó su nariz por su cuello y su piel se erizó, ni el más hermoso y recién cortado campo tendría aquel olor. Sin despegar sus labios ni mostrar ninguna sonrisa le dio un beso absurdamente corto.
Ella sonrió con aquellos dientes blancos perfectos y él no pudo hacer otra cosa que bajar la vista al suelo para reir, pero ella le cogió la barbilla para verle reir también. Antes de dejarle ver su sonrisa él la besó, haciendoles desaparecer durante horas del mundo y deteniendo el tiempo.






Tengo una sonrisa para regalarte.

miércoles, agosto 04, 2010

Sweet fourty-two



A veces lo importante estaba en cosas muy pequeñas.

Sweet fourty-one

En un día como aquel cargado de oscuridad el sol no asomaba y las notas bramaban como quejidos de lo más profundo de su interior.
Solo le apetecía salir a recorrer todas aquellas calles en sepulcral silencio mientras su mente se poblaba de recuerdos. Quería viajar años atrás en el tiempo, poder sentarse y detener el mundo para volver un milenio atrás.
Necesitaba uno de aquellos abrazos que erizaban su piel y le dejaban casi mudo, necesitaba aquella mirada llena de tierno afecto que solo poseía ella. Debastadoras lágrimas plomizas caían por sus mejillas. Inevitablemente y a cada paso se daba cuenta que aquella canción nunca le había abandonado sino que se había refugiado tiempo atrás en su corazón con la esperanza de no volver a aparecer.
Y lo había hecho, con una fuerza tremenda, que había sido capaz de arrancar de cuajo su voz, sus lágrimas y su ánimo.
Un sentimiento puro incomparable con el amor pero igualmente poderoso, hacía que sus manos se enfríasen incluso en el calor más extremo y apagaba el color de su alma.
Aquellas viejas fotografías parecían teñirse un poco más de gris a cada pestañeo que él realizaba, necesitaba algo que calmase su dolor de cabeza, le estaba empezando a molestar de verdad. Y aquello realmente no era bueno, pensaría demasiado y se arrepentiría de si mismo.

Muy bien, ser insignificante, deja de soñar.


Who knows? Only time..




1 pastilla
250 gr. de Café
Ella
Eran sin duda los mejores remedios para la melancolía.

martes, agosto 03, 2010

Sweet fourty



(3:54)

-It's cold.

-It's good, it's nice... It's cold.

Imagine me & you, I do.

I can't see me loving nobody but you...

lunes, agosto 02, 2010

Sweet thirty- nine

Aquella noche prefirió no acompañarla, sabía perfectamente a donde se dirigía y que aquel encuentro no requería su presencia. Es más, sabía de sobra cuanto sobraba su presencia.
Paseó por las calles más vacías que encontró por la ciudad y en un determinado momento de lucidez tuvo una idea, una idea desgarradora para si mismo, pero también una idea que le mantendría ocupado aquella noche.
Se escabulló entre calles para llegar a un pequeño edificio rojo que conocía casi tan bien como los ojos de ella. Subió tres escalones de cemento y se dio de bruces con aquella puerta. El número 22 escrito en bronce resaltaba a su lado.
Apoyó la frente en ella y suaves lágrimas silenciosas se deslizaron por su rostro. Tras su espalda comenzaba a llover. Se asomó a una ventana y les pudo ver como hacía ya dos años que no les veía, sus padres reían mirando el televisor mientras se cogían de la mano. Entre todas sus lágrimas escapó una sonrisa nostálgica, recordaba con precisión aquellas noches frente al televisor, podía calificarlas como uno de sus mejores recuerdos.
No podría decir con precisión cuantas horas estuvo allí, pero llegó un momento en que decidió alejase para siempre de aquella casa mientras la lluvia empapaba sus hombros, su cabeza y sus alas.
Llegó a su casa en menos de diez minutos, conocía aquel camino de sobra y con años de práctica había encontrado los mejores atajos para llegar a verla cuanto antes.
Y la encontró tal y como esperaba, en la cama, llorando abrazada a un cojín e imaginando que era su cuerpo. La abrazó para consolarla. Al parecer había conocido a otro hombre que no había encajado en su vida como lo había hecho él... de nuevo le echaba de menos con aquella ansia que devoraba hasta lo más profundo de su alma.
Y él se moría aún más de pena al verla, al no poder tocarla, ayudarla, besarla... Matt solo deseaba que ella fuese feliz.
Al fin y al cabo, es la vida de un ángel de la guarda.

Sweet thirty-eight

Con su muerte arrancó de cuajo la débil esperanza de aquel corazoncito de que el mundo fuese bueno. (Continuará.)