sábado, mayo 29, 2010

Sweet twenty-nine

Tal vez fuese cosa de la fiebre que hacía que cada parte de su cuerpo ardiese, pero lo cierto es que no podía evitar tener un deseo loco de ponerse a gritar a todo el mundo lo mucho que la amaba y lo feliz que ella le hacía.

Cada segundo que no pasaba a su lado la echaba de menos, pensaba en ella, en sus abrazos, en como le cogía la mano... y se volvía loco, se ponía a sonreir y se sentía con fuerzas para comerse el mundo. Solo con saber que ella estaba a su lado se consideraba capaz de dominar el mundo si fuese necesario.

A pesar de ello, si algo le volvía realmente chiflado era no tener que recordarla, si no sentirla, poder pasar la yema de sus dedos por su fina piel y sentir un escalofrío cuando ella le daba un beso. (Realmente cuando esto pasaba se preguntaba si existía algo más dulce que sus labios). A veces no podía evitar pensar que mientras que ella estuviese con él nada ni nadie le robaría la felicidad, porque ella, con cada uno de sus gramos de delicadeza, preocupación, hermosura y comprensión le hacían día tras día más feliz.

Te amo pequeñaja, te amo con todos y cada uno de los estúpidos centímetros de mi ser.

22 de Diciembre.

miércoles, mayo 26, 2010

Sweet twenty-eight

No te amo como si fueras rosa de sal, topacio
o flecha de claveles que propagan el fuego:
te amo como se aman ciertas cosas oscuras,
secretamente, entre la sombra y el alma.

Te amo como la planta que no florece y lleva
dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores,
y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo
el apretado aroma que ascendió de la tierra.

Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde,
te amo directamente sin problemas ni orgullo:
así te amo porque no sé amar de otra manera,

sino así de este modo en que no soy ni eres,
tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía,
tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.



No tengo recuerdos de nada más dulce que aquel hermoso mes de Diciembre.

domingo, mayo 02, 2010

Sweet twenty-seven

Realmente ya no le importaba si le escuchaban, aquellos gritos que su garganta emitía entrecortados representaban en realidad el dolor de su corazón. Se estaba muriendo, y estaba pidiendo a gritos abandonar su cuerpo. Aquel cuerpo ya putrefacto, dolorido de tantas horas de maltrato físico y psicológico hacia si mismo.

No le quedaba ya un maldito músculo en todo su cuerpo que no le costase mover, no por dolor si no por cansancio. Tenía tanto que darte, tenía tanto amor guardado para ti. Gritaba, el dolor le corrompía, le mataba. Estúpidas canciones que nunca se había parado a escuchar hoy le producían un dolor casi tangible.

Matt lo siente mucho, pero no puede escribir más, de nuevo no vuelve a tener fuerzas.