viernes, abril 09, 2010

Sweet twenty-three

Podría pensar muchas cosas, tal vez plantearme porque las obras de Plauto no me hacían reir o porque nunca entendería "Prometeo encadenado", pero no lo iba a hacer. Dejé el bolígrafo sobre la mesa y observé el aula, ramas de árboles completamente desnudas moviendose con el susurrar del viento se podían contemplar através de la ventana, una pizarra verde con borde metálico pintado de marrón estaba plagada de formulas y números incomprensibles escritas con tiza blanca, y para completar aquel angosto paraje, varias mesas anticuadas, verdes y llenas de miles de historias de amigos, amoríos o simples alumnos aburridos. Sin duda parecía que hasta el aire tenía un toque estudiantil, aburrimiento, sudor y sueño se podían respirar en aquella aula; mi alredodor era muy cómico, o eso me parecía a mi.

Tal vez tuviese esta percepción por estar sentado en última fila y odiar las matemáticas, o porque su compañera de pupitre estaba demasiado ocupada haciendo un problema, ¿O tal vez ya no? Había pasado demasiado tiempo tratando de observar su entorno que tal vez ella ya hubiese acabado. La miré.

Sus grandes ojos verdes estaban ya clavados en los mios, tal vez desde hacía un rato, y una sonrisa dulce escapaba de sus labios. Se me escapó un suspiro, no podía evitarlo, una vez más ella estaba preciosa. Me apetecía besarla, pero en lugar de ello me limité a reclinarme en el asiento y coger su mano, acariciarla y mirarla a los ojos durante el resto de la clase.

Ciento diez días, y los que nos quedaban...

1 comentario:

  1. Describes de una manera que me encanta.Pocas personas consiguen sorprenderme,tú sí (:
    Un beso!♥

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